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Chica concentrada mirando el ordenador

La esclerosis múltiple es como un viaje a lo desconocido, lleno de incertidumbres y sobresaltos. Nunca sabes lo que te puedes encontrar a la vuelta de la esquina: un dolor que antes no tenías, un mareo, un ojo que de pronto ve borroso… ¿Le hago caso y salgo corriendo a urgencias o espero a ver si se me pasa? ¿Será un brote o es una falsa alarma?

¿Qué es un brote de esclerosis múltiple?

Un brote o recaída es un episodio en el que aparecen síntomas neurológicos, nuevos o similares a los que ya has tenido antes, que duran más de 24 horas. Se produce porque hay nuevos focos de destrucción de la mielina, que, según donde se localicen, causarán diferentes síntomas. Estos pueden ser de lo más variado: inestabilidad, visión borrosa o pérdida de visión por un ojo, hormigueo, mareo, dolor, falta de fuerza, problemas urinarios, etc.

Sin embargo, no todo lo que notes será debido a un brote. Algunos síntomas, como la fatiga, suelen fluctuar, incluso día a día. Otras veces, el empeoramiento será transitorio y ocurrirá por culpa de un resfriado, una gastroenteritis o una infección urinaria, por ejemplo.

Por otro lado, como todas las personas, puedes sufrir enfermedades que nada tienen que ver con la esclerosis y que provocarán síntomas que pueden confundirte. ¡Vaya lío!

¿Cuándo debo ir a urgencias?

La respuesta es complicada. Por un lado, los síntomas de un brote suelen aparecer poco a poco y son tan variados que puede ser difícil saber si estás sufriendo un brote o te ocurre otra cosa. Por otro lado, si realmente estás sufriendo un brote, es posible que necesites tratamiento ―por lo general, con corticoides, que pueden ser intravenosos o en pastillas―, pero muchas veces no será necesario. Entonces, ¿qué hacer?

Lo primero que tienes que hacer es ponerte en contacto con tu neurólogo. Realmente, la gran mayoría de los brotes no representan una urgencia médica y no requieren que salgas corriendo a un hospital, por lo que puedes esperar a consultar con tu médico. Él te dirá qué hacer.

Si no tienes esa posibilidad, más que el tipo de síntoma, lo que te indicará si acudir o no a urgencias es su gravedad o intensidad, y también la rapidez con la que se instaure. Por ejemplo:

  • Dolor muy intenso. Lo ideal es que tu neurólogo te haya explicado qué hacer si tienes picos de dolor. Sin embargo, si a pesar de seguir sus instrucciones tienes algún episodio de dolor incontrolable, en el hospital podrán ponerte algún analgésico intravenoso. Tal vez lo que tengas no sea un brote, pero en cualquier caso necesitarás aliviar el dolor.

  • Pérdida de visión repentina. Una pérdida de visión brusca puede ser un brote que requiera corticoides, pero también otra afección, como una trombosis de la retina.

  • Debilidad brusca en un lado del cuerpo, con incapacidad para hablar. Las personas con esclerosis múltiple tienen más riesgo de sufrir enfermedades vasculares, como el ictus, que con facilidad puede confundirse con los síntomas propios de la enfermedad.

  • Síntomas incapacitantes que progresan rápido. Pérdida de fuerza importante, debilidad en las piernas tan intensa que te impide caminar o que empeora muy rápido, o cualquier otro síntoma intenso.

En resumen, si te aparecen nuevos síntomas, habla con tu médico. Si te resulta imposible o los síntomas son muy intensos o progresan rápido, acude a urgencias. ¡Más vale pasarse de precavido que quedarse corto!

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