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Señora acostada en un sofa cubierta con una manta

No es fácil establecer una clara diferencia en cómo la esclerosis múltiple (EM) afecta a cada sexo. En esta enfermedad, que se ha llamado la de las mil caras, existe una gran variabilidad en cuanto a los síntomas de una persona a otra.

Sin embargo, sabemos que la Esclerosis Múltiple en mujeres tiene mayor incidencia, como en el conjunto de las enfermedades autoinmunes. La causa podría ser una mayor actividad y complejidad del sistema inmunitario femenino, que está modulado en parte por los estrógenos. A cambio, se considera que las mujeres son menos vulnerables a las infecciones.

No obstante, una mayor incidencia supone únicamente que hay un mayor número de mujeres afectadas, no que la gravedad de la enfermedad sea mayor. De hecho, el abanico de síntomas que afecta a ambos sexos es muy similar.

Algunos estudios publicados exponen un posible empeoramiento de los síntomas de la EM durante la fase premenstrual, en la que algunas mujeres sufren debilidad en las extremidades y mayor urgencia urinaria durante la noche.

También se ha planteado que las mujeres que toman anticonceptivos orales, acusan más fatiga durante la semana de descanso en las tomas. Son necesarios estudios con un mayor número de mujeres para confirmar estas observaciones. Lo que sí parece bastante establecido es que algunos tratamientos, como el interferón, pueden causar retrasos e irregularidades en la menstruación.

Las mujeres con EM pueden experimentar multitud de síntomas respecto a la sexualidad: disminución en la lubricación vaginal que comporta dolor, cambios en la sensibilidad, problemas con la vejiga y disminución del deseo sexual causados por la fatiga y el factor emocional. Estas dificultades son bastante frecuentes, pero algunas de ellas son ocasionales. Lo más importante es tratar estos temas como un síntoma más y estar dispuesta a hablar sobre ellos para buscar apoyo y soluciones.

La fertilidad no se ve afectada y los síntomas de la EM en la mujer embarazada suelen mantenerse estables por el nivel sostenido de inmunosupresión. Así, se sabe que las posibilidades de que ocurra un brote durante el último trimestre del embarazo son muy reducidas; sin embargo, es frecuente que haya una recaída tras el parto, aunque no suele afectar al curso de la enfermedad a largo plazo.

En algunas revisiones se han planteado diferencias de género que podrían justificarse por los niveles hormonales. Así, se ha dicho que las mujeres son más propensas a la Esclerosis Múltiple remitente-recurrente y que durante la edad reproductiva hay menor riesgo de desarrollo de una forma primaria progresiva o de sufrir problemas cognitivos.

Una conclusión que se puede extraer de estas observaciones es que las hormonas sexuales (los estrógenos, principalmente) pueden jugar un doble papel por el que predispongan al desarrollo de la enfermedad pero, una vez que esta está instaurada, actúen también como neuroprotectores.

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